domingo, 13 de febrero de 2011

Una explosión de estrellas.

Aquel banco se convirtió por siempre en su refugio personal. Grabaron en él, tras su muerte, esta inscripción:

"Para Joana, quien siempre disfrutaba de las estrellas en este banco, de Martin, que dormía cada noche en el regazo de una de ellas "

Daban igual los problemas diarios, las pequeñas disputas pasajeras, la economía, la pérdida. No podrían haber seguido juntos si no supieran que en aquel banco, siempre surgiría, constantemente en sus vidas, una explosión de estrellas.

Creían en ello, por eso, tras su muerte, el banco dejo de existir. La leyenda cuenta que murió de pena, que sus vigas se volvieron quebradizas y llenas de hojarasca, y nadie volvió a sentirse cómodo en el.

Llevamos con nosotros todo aquello que forma parte de nuestra vida, y nunca nos damos cuenta, torpes, que también formamos parte de la vida de alguien.

Por eso, aunque prescindibles, siempre que morimos, muere algún trozo del corazón de alguna persona, que por ínfima que parezca, quizás, un gracias o una sonrisa desconocida a tiempo, marcaron con el estilete que da forma a nuestra alma una pequeña cicatriz en donde debería ser pecado no dejar nunca una huella.

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