lunes, 2 de noviembre de 2009

El juez



La vacuidad, el vacio compensador
de los males ajenos,
de la tristeza del riego
de nuestro latido,
del almibar de nuestras lagrimas
arrojado a las cienagas del olvido.

Tiempo, que es nuestro,
nuestro delirio y nuestro destino,
nuestra realidad y nuestro camino,
tiempo es lo que hemos vivido.

Caricias, el pulso maldito
que nos hace temblar,
nos hace timidos en nuestro delito,
que es esperar.

La oportunidades que concebimos
son eternas en el momento en que suceden,
y cuando el instante pasa sabemos
con certeza propia, que ya nunca vuelven.

Que se han perdido,
que esto que un dia nos place y al otro
nos parece superfluo
es lo que a nuestra voz se ha rendido,

esa eterna juventud del alma impropia,
carente de la vida mas amarga,
mas transitoria,
aquello que en verdad nuestro ser encarga;
si esto es lo que de delitos
se ha compuesto,
pues entonces, que taimado sea
el placer de morir siendo proscrito;
y que mi juez sea por siempre
nuestro (absurdo) infinito.

1 comentario:

  1. Oye, qué gran poema, ¿es antiguo? porque creo que ya lo había leído, no sé, el principio me suena... Me gusta mucho, pero sigo en contra de la rima!! jeje.

    Interesante blog :)

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