miércoles, 5 de mayo de 2010

Porque nunca la palabra compartir fue tan bella como cuando estoy contigo.

Y entiendes que la perfección es solo un respiro entre dos olas, el termino medio de la fragancia mas absoluta,
la verdadera imagen de lo idílico, el respirar famélico de los poderosos que se ahogan en su propio éxito.

Comprendes que, a base de tanto aspirar las volutas de tus sueños, acabas por traicionar tu naturaleza mas propia,
la que es inherente a tus entrañas. Los logros conseguidos son vanales e indecisos, tu ya estabas capacitado para conseguirlos
desde mucho antes que los lograses, eso son meros sometimientos que has urdido con la flagrante explosión de tu intelecto y tu devoción.

No, tu no estas destinado a caer por eso, pero si que corres el peligro de lo novedoso. El peligro de sentir el hambre y la inquina,
la perpleja saciedad del apetito voraz por lo mas extremo, lo mas inviolable y lo mas inalcanzable.
Si, tu, entre todas las personas de este mundo, corres ese riesgo. Y al contrario que a todo el mundo, el saber
que corres este peligro no te ayudará en nada a vencerlo.

No, este enemigo no se gana con la complaciencia, ni con el tesón, ni la audacia ni tan siquiera con la paciencia. Este enemigo no muere hasta que no aprendes a utilizar el perdón.

Hasta que no aprendes a perdonarte a ti mismo el haber conseguido tanto, y sobre tantos cadáveres que has dejado a su propia suerte.

Es cierto, sin embargo, que eso era lo mejor que les podía haber pasado, pero no por ello tus actos dejan de ser delictivos. El mal es el mal,
aunque en tu caso engendrases de ello un bien. No lo lamentes, era tu camino, pero tu enemigo te habrá vencido.
Morirás ciego por tus victorias sin comprender que estas han sido tu propia perdición, morirás lleno de tus logros, si, pero vacío.

Solo el desprenderte de todo una vez conseguido te hará darte cuenta de lo que realmente eres, solo el despreciar todas tus victorias, despojarte de todos esos habitos de ganador que has ido cosechando año tras año, y quedar desnudo, sin nada que tape la vacuidad de tu frágil esqueleto,
solamente despojándote de todo, sabrás lo que es tuyo, lo que forma parte de ti.

No son tus victorias. Lo único tuyo es aquello que has decidido compartir con alguien. Porque al final nacemos solitarios,
y moriremos solitarios si no somos capaces de descubrir el mundo, aunque sea el nuestro propio, y enseñárselo a alguna persona.
Porque nunca la palabra compartir fue tan bella.

1 comentario:

  1. "Lo único tuyo es aquello que has decidido compartir con alguien."

    Qué gran frase y qué pedazo de texto. Fantástico.

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