Calla la triste nueva
de los brazos amargos,
la pena surca
de nuevo
los amaneceres.
El rubor triste,
acongojado de los niños,
que ya no son niños,
saludan a las calles
ya desiertas,
de los suspiros.
Hoy por sus corazones
no hay mas sonrisas
que circulen por sus arterias,
y las emociones que antaño fueron,
mueren, viviendo su propia pena.
Qué hermosa era la luz- dicen;
y se olvidan de reir,
o quizas es que, ya no saben como se hace.
Lo unico cierto
de todo esto,
es que los niños siguen muriendo,
y parece que todos veamos esto,
y no hagamos nada por salvar
su sonrisa.
Quizas la respuesta sea,
que nosotros nunca,
al fin y al cabo,
volveremos a ser niños.